20 de octubre de 2016

ERAS, EN PASADO

Eras el mago que no necesitaba trucos para sacarme la sonrisa. Eras la calma que seguía a la tormenta. Y vendaval que arrasaba con todo. Eras el verbo con el que yo conjugaba mi futuro perfecto. Eras la noche más bonita del mundo.
Éramos planeta.
La ecuación perfecta en la que no había más incógnitas que desnudarte, para apreciar así la belleza de tu alma ronca y rota de tanta bala. Éramos fuertes, como quien sabe que cuenta con el abrigo de unas manos que no se dan por vencidas.
Éramos tiempo.
La sinfonía de momentos repletos de luz. La libertad del nómada que ha dejado de ir corriendo para empezar a caminar, porque ya no necesita llegar a ninguna parte. La valentía de quien se deja la piel aun a riesgo de perder.
Éramos fuego.
La llama de quien tiene en el corazón tanto hielo, que termina abrasando. La elegancia de aquellos que se destrozan la boca en cualquier calle y acaban fundiendo los plomos de toda una ciudad. De tanto quererse.
Éramos tanto que desperté del sueño.
Y ya no estabas.
Y entonces empecé a ser yo la incógnita que no encuentra lugar ni corazón en el que despejarse. Empecé a ser la llama de un recuerdo que no se dejaba apagar. La nómada que no dejaba de huir porque no sabía a dónde ir sin ti.
Con el paso de los días llegó la oscuridad
Y no nos volvimos a querer.
Fuimos las ganas de los que pueden y no quieren
Y aun a riesgo de perder
Arriesgué como el ludópata que apuesta su última moneda.
Y al final salió caro el olvidó
Fui yo, quien terminó perdiendo

Por los dos. 

21 de junio de 2016

GRACIAS

El mundo está lleno de gente bonita, que a veces no brilla con suficiente luz.
Y se lo merecen todo.
Gracias
Gracias a ti que nunca abandonaste tus sueños
Gracias a ti que peleaste por una nueva oportunidad
A ti que no huiste cuando te dijeron que no
Gracias por no salir corriendo
Gracias por quedarte
Gracias a todos los que conocéis el valor del esfuerzo
A los que regaláis vuestro tiempo a los demás
prestándoles cariño, amor y vida
Gracias a los que hacéis apología del amor,
a los que nunca perdéis las ganas
a los optimistas, a los valientes,
a los que alzáis la voz ante las injusticias
a los que tenéis ganas de crecer y no os conformáis.
Gracias a esos adultos que todavía juegan.
Gracias a los que cambiáis lagrimas por sonrisas
y traficáis con el mayor de los tesoros: la ilusión
Gracias a todos aquellos que aborrecéis la maldad
que hacéis el amor y no la guerra
que alzáis vuestra bandera pirata a favor de la libertad
Gracias a los que os desvivís día a día por vuestros hijos
Sois héroes.
Me siento orgullosa de todos aquellos que exhibís vuestras arrugas
con un espíritu de niño
De los que compartís vuestra sabiduría
De los que escucháis antes de hablar.
Admiro a los que os superáis día a día y lucháis contra vuestras enfermedades
con unas ganas y una fuerza inmortales
Gracias a los que sois sensibles, cariñosos, cercanos
esos que en vez de poner problemas dais soluciones
Gracias a los que miráis más allá de las apariencias
A los que entendéis que cada persona y cuerpo son un mundo con una historia propia
que sólo debe ser juzgada por quien la ha vivido
Gracias a los que respetáis
A los que amáis y mancháis de esperanza cada cosa que os toca
Gracias a las personas pequeñas que hacéis que los demás se sientan grandes
Gracias a los que tenéis buen corazón

Hay mucha gente por ahí que necesita que alguien le diga "gracias"
Grano a grano se vuelve mejor el mundo.


4 de mayo de 2016

Irse

A veces hay que escapar,
correr,
irse.
Para ver quién se queda a levantar la caída
Para ver quién te espera
Quién te recoge
Quién te abriga.
Irse para decir adiós al pasado,
para decir hola a las oportunidades,
para ver quién te agarra la mano con firmeza
y pide que no te vayas
Irte para volver
Para saber quién coño eres
y qué ha pasado con la niña del zapato de charol.
Irte para encontrarte en la canción
en el reflejo del río
en el viento.
Irte.
Porque al fin y al cabo,
si te quedas,
nunca vas a entender lo que supone no quedarse.


Ni tener volver.

29 de enero de 2016

Dispararte. Y volver a nacer.

Dispararte.
Creer que no se puede.
Mandarlo todo a la mierda y vivir del revés.
Cuesta creer en las posibilidades
Creer que no es tan difícil conseguirlo esta vez.
Pero si miras atrás puedes ver como caminando es verdad que has hecho camino.
Que venciste muchos no puedo
Que llegaste donde nunca creíste,
Donde pocos creían.
Y hoy aquí no te puedes decir que no
Joder, mírate.
Mira las cañas que has dejado atrás
Los inviernos, los abrazos y los conciertos.
El pintalabios rojo y la peli de los domingos
Pereza, Madrid, los abrazos de la gente que siempre está
Y ese lunar que te hace tan guapa cuando sonríes
Que yo te he visto en las peores y en las mejores
Y sabes que sí,
Que eres de las que sacan el sol cuando hay tormenta
Y ponen una rumba pera que la pena se eche a bailar
Que sí
Mira que bonitos tus rizos, tus pelos de loca, el café de las siete
Las prisas
El vaivén de los días buscando un motivo para no parar el despertador a las siete de la mañana.
Esa belleza caótica
El del andén de enfrente va a enamorarse de esa chica desastre que espera distraída en la estación
Eres de bares, de rock and roll y de una ternura que enmudece ante las injusticias de este mundo
De las que ve llover tras el cristal y piensa que es ella la que se desliza
Una misma gota
He venido a decirte que te mires
Porque a esa belleza despierta
Aún le quedan por besar
y por callar
muchas bocas.


29 de noviembre de 2015

Carta nº34


He tachado ya tres veces la carta que no te escribiré, he mirado cuatro por la ventana y sé que no te puedo esperar. Maldigo todo lo que me recuerda a ti y mi manía de no acertar. No sé pulsar el botón a tiempo, ni bailar el vals al compás de la vida, se me desbocan los latidos cuando estás cerca, acelero y luego nunca sé volver. 
He consumido tus recuerdos mientras dejaba apagar la llama de ese último cigarrillo insípido. Eres una droga dulce, la última gota de un vaso, el adiós que nadie se espera. Y yo soy ese náufrago que intenta encontrar el camino de vuelta hacia tu espalda, que mira al cielo con la esperanza de descifrar una vez más la constelación que forman tus cuatro lunares. 
Y siempre me quedo perdida. 
Ciega sin la luz de unos ojos que iluminaban hasta al amanecer. Soy esa marinera que navega sin saber a dónde tiene que llegar. Sin brújula ni destino. Sin pisar nunca tierra firme. 
Las velas de mi barco son dos alas que se agitan pidiendo al mundo una piel que sin peros haga estremecer a la mía. Pero vuelve a pillarme la tormenta. 
Sin paraguas. 
Sin el abrigo de unas manos que antes juraban estar enamoradas. ¿Y ahora qué? Dónde está el salvavidas cuando uno deja de creer en la esperanza de recuperar eso que le hacía sentir tan vivo. Dónde quedan las horas gastadas encima de una cama que parece haber perdido la memoria. 
Las ciudades  también se han olvidado de que una noche les dimos vida 
¿A dónde has ido amor? 
Que me has dejado la calma despeinada, el invierno encima y unos pies que ya no tienen ganas de caminar si no es para encontrarte. Una lágrima que no cae pero que permanece deslizándose día y noche por todo mi cuerpo. 
Recuerdo cuando decías que todo llega siempre cuando tiene que llegar y ahora siento que no es justo que nuestro tiempo haya pasado, porque me quedaban tantas cosas que decirte, tantas lunas que regalarte, que se me va a hacer imposible coser el vacío tan grande que has dejado dentro de la herida. 
Tú que prometiste curarme las cicatrices con besos de madrugada, con abrazos a contrarreloj y te quieros a deshora, has hecho que el tiempo se pare y que las agujas no avancen. 
Y aunque supongo que es verdad que todo llega cuando tiene que llegar, te he preparado café y se está enfriando. 



12 de septiembre de 2015

Volad, y que nadie os diga que no se puede.

Algunos nos pasamos la vida empezando de cero, y de tanto dejar escapar el tren por miedo a cogerlo y acabar en el destino equivocado nos quedamos en la estación con cara de idiotas. Yo siempre fui de esas. Pero se acabó este circo.

Hoy me he cruzado con la suerte y entendí, por fin, que el fracaso es no hacer nada, quedarse quieto. Si lo intentaste no puedes decir que has fracasado. El error es no arriesgar y dejar la vida pasar. Por eso hoy me he largado, sin decir adiós, de todas esas excusas que me mantenían en una estación gris.

Estoy cambiando de ciudad, tratando de entender un nuevo amanecer. Esta mañana salí a la calle y me di cuenta de que sin duda lo que nos pone más guapos es echarnos unas buenas risas. La vida merece la pena por eso, por poder escuchar reír a los que más queremos.

Si pudiera pedir un deseo pediría que algún día nos baste la vida para vivirla, que nos sobren abrazos y sonrisas y que vayamos por ahí regalándolos a todo aquel que de verdad los necesita. Que el mundo sea más amable. Que todos podamos soñar y cumplir nuestros sueños, porque he visto al talento morirse de hambre y eso si que es tristeza.

Yo sólo pido que los débiles sean los fuertes, que por una vez en la vida se inviertan los papeles.Y es que lo que debería estar impuesto por ley es ser feliz y libre, y disfrutar de las risas en un bar, que son otra forma de libertad.

Es hora de levantarse y brillar. ¿Cuánta más vida tenemos que perder para salir ahí fuera y luchar por lo que queremos? Aún quedan chispas que no han sido apagadas, hagamos hoy fuegos artificiales y que no se nos olvide que llorar, reír, echar de menos, querer, amar, soñar, caer, tropezar, cicatrizar y levantarse, forman parte de la vida.
Ya sabéis, no dejéis nunca de sonreír porque no hay nada mejor que emocionarse. Volad y que nadie os diga que no se puede.







16 de junio de 2015

A mi yo futuro

Parece que por fin el tiempo ha decidido asentar la cabeza.
Siempre fui de empezar la casa por el tejado, de olvidarme lo importante encima de la mesa, de empezar a bailar cuando se acababa la canción. De decir adiós y quedarme, de llegar y desear irme, de coger trenes y estar más que nunca en el mismo sitio, de volar con una simple canción. De mojar los miedos encharcándolos con ron los sábados, de llorar los domingos, de saber lo que perdía cuando escuchaba el adiós. De decir las cosas importantes susurrando, de gritar y no decir nada, de acojonarme al verte llorar, y de aguantar firme cuando venían huracanes. De salir y perder la cabeza, de perderla también desde la almohada, de ver mi mundo en el suelo, de esquivar caricias, de rechazar besos de desconocidos, de dormir sola riendo, y de dormir rota abrazada, de ser arisca como un gato y dulce como un hoyuelo, de abrazar fuerte y de verdad, de quejarme, de mandar el mundo a la mierda, de hablar con los ojos, de morder con caricias, de arder al mínimo roce, de quemarme sintiendo frío.
He llorado sola, acompañada, por dentro, por fuera, boca arriba, del revés y he reído en todos los colores de miles de ciudades hasta sentir dolor. Por suerte he manchado de felicidad folios, vidas, caras, fotos y recuerdos; y no hay nada que me haga más feliz.
Lo he estropeado todo también, he perdido las ganas, me ha ganado el miedo y no he sabido reencontrarme. Aunque también he sido valiente, también quise siempre por delante, dejando las cosas libres, soltando vidas, por si decidían volver.
Me he anclado, he mentido, me he buscado, he maltratado mi vida, me he echado de menos, he destruido recuerdos, me he autodestruido, he mirado más allá de las apariencias, me he dejado la vida en las horas y las horas colgando de cualquier reloj maltrecho. Me he sentido estúpida y a veces alguien con un poco de eso que llaman talento. Quise siempre ser un amanecer y resurgir tras las noches amargas. Quise acortar las distancias, mirar a los miedos a la cara y hacerlos chicos, quise ser un niño con un balón, un fuego artificial, una pistola descargada, una lengua entrelazada, una conversación profunda de esas que intentan entender y sanar el mundo, una cerveza en pleno julio, la sonrisa de una abuela, la carcajada de una madre, una noche de verano, un verano interminable, un orgasmo, un consejo de una amiga, un te quiero de una hermana, quise ser vida, vida en estado puro.
Y a veces lo fui, pero sin dejar de ser ola que va y viene, sin dejar de ser otoño, viento y hojas secas, sin dejar de ser frío instalándose en la piel, sin dejar de ser primavera gris, aceras, insomnio, malas caras, grietas, arrugas, decepciones, precipicios, un mañana se verá, un tal vez, un quizás, un no puedo, un joder, así no puedo seguir, un no vuelvo a hacerlo, un mañana será otro día (donde otro día nunca llega), una mala noticia, una portadora de tristeza, unos ojos cansados, una vida apagada en el cenicero, un cuento sin perdices, una princesa sin el beso final, un polvo sin orgasmos; un abismo.
Y a mí yo futuro le diría que después de todo ya no me quedan más cosas por ser, que he probado las despedidas y los encuentros casuales, que he tocado el fondo para impulsarme hacia arriba, que he peleado contra mí misma y creo que no hay peor enemigo. Que el reflejo me ha jodido ilusiones, que siempre me faltó creer en mí pero que siempre tuve claro que es difícil entenderme, que tengo entramados dentro hasta a los que a mí me cuesta llegar. Que poca gente me conoce de verdad. Que tengo el corazón jodido, desacompasado, anestesiado, pero ilusionado por encontrar eso que llaman amor, preparado esta vez por si viene una casualidad que se atreva a quedarse conmigo. Que he querido por encima de mis posibilidades, frenando sentimientos, acelerando finales, desnudándome por fuera pero no por dentro, chocando en vertical y horizontal contra las paredes de mi jaula. Y no me quedan más excusas que ponerme. Ya me he autoengañado hasta la saciedad escuchando a esa vocecilla que me decía “quédate quieta” y así pasando los meses, sin darme cuenta, me quedé sola en la estación.
Y creo que al fin algo está cambiando. Algo me empuja a romper las barreras de mi vida. Algo me dice que es ahora y no luego, que tengo que acabar con el odio amando, que tengo que sonreírle a las mañanas, que tengo que coger aviones y trenes, que tengo que descubrir la vida y descubrirme, que no me puedo quedar sin saltar por miedo a caer, que tengo que saber confiar en mis paracaídas, que tengo que dar más si cabe de mí y llorar menos veces por semana, que tengo que arreglar mis cuentas pendientes con el pasado, que tengo que tener clara la dirección prohibida, el camino al que no volver, y el punto de partida. Que  tengo que saber que no todas las piedras del camino me van a hacer tropezar, que los obstáculos me hacen fuerte, que no todos los te quiero son de verdad, que las miradas y los hechos dicen más que las palabras, que no hemos ganado la partida pero que queda mucho juego aún, que la música tiene que sonar bien alto y no dejar a los problemas hacer ruido. Que el amor está para hacerlo. Que la vida es esto, un instante, que se escapa a cada segundo, que cada vez nos queda menos pero que también menos es más. Por eso voy a quedarme con lo que ha valido la pena y voy a brindar por todas las noches de rock and roll y bares, por todos los recuerdos, por los viajes, por las risas, por los sueños cumplidos, por los que un día me hicieron sentir grande y me dijeron “confía en ti”, por las letras, por las manos que te acarician cuando te rompes, por las que nunca te dejan romperte, por quien llora conmigo y por quién cuando lloro me hace reír. Voy a quedarme con lo que me enseñó a crecer y con los que siguen ahí a pesar de las tormentas y los baches, porque tengo tesoros perdidos en muchas esquinas del mundo que sólo quieren verme bien, y sólo por ellos yo quiero volver a reír como una niña pequeña, volver a encontrar la paz y dejarme llevar.


Y a mi yo futuro que le jodan, que pienso ser feliz, estuviera o no esto en sus planes.