12 de septiembre de 2015

Volad, y que nadie os diga que no se puede.

Algunos nos pasamos la vida empezando de cero, y de tanto dejar escapar el tren por miedo a cogerlo y acabar en el destino equivocado nos quedamos en la estación con cara de idiotas. Yo siempre fui de esas. Pero se acabó este circo.

Hoy me he cruzado con la suerte y entendí, por fin, que el fracaso es no hacer nada, quedarse quieto. Si lo intentaste no puedes decir que has fracasado. El error es no arriesgar y dejar la vida pasar. Por eso hoy me he largado, sin decir adiós, de todas esas excusas que me mantenían en una estación gris.

Estoy cambiando de ciudad, tratando de entender un nuevo amanecer. Esta mañana salí a la calle y me di cuenta de que sin duda lo que nos pone más guapos es echarnos unas buenas risas. La vida merece la pena por eso, por poder escuchar reír a los que más queremos.

Si pudiera pedir un deseo pediría que algún día nos baste la vida para vivirla, que nos sobren abrazos y sonrisas y que vayamos por ahí regalándolos a todo aquel que de verdad los necesita. Que el mundo sea más amable. Que todos podamos soñar y cumplir nuestros sueños, porque he visto al talento morirse de hambre y eso si que es tristeza.

Yo sólo pido que los débiles sean los fuertes, que por una vez en la vida se inviertan los papeles.Y es que lo que debería estar impuesto por ley es ser feliz y libre, y disfrutar de las risas en un bar, que son otra forma de libertad.

Es hora de levantarse y brillar. ¿Cuánta más vida tenemos que perder para salir ahí fuera y luchar por lo que queremos? Aún quedan chispas que no han sido apagadas, hagamos hoy fuegos artificiales y que no se nos olvide que llorar, reír, echar de menos, querer, amar, soñar, caer, tropezar, cicatrizar y levantarse, forman parte de la vida.
Ya sabéis, no dejéis nunca de sonreír porque no hay nada mejor que emocionarse. Volad y que nadie os diga que no se puede.







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