Gracias. Tú eres una estrella. Y deberías brillar
más. He visto a gente sobresalir entre la multitud teniendo hueco el corazón.
Somos un desastre. Auténticas lloronas, masocas, y con la sensibilidad a flor
de piel. Pero que no te cambien nunca. Que yo había perdido la esperanza. Que
muchos sólo vieron mis ojeras. Y tú preguntaste el motivo de ellas. Que queda
poca gente con ganas de aterrizar en los desastres ajenos y tú fuiste uno de
mis aviones salvavidas. Tenemos suficientes heridas como para salir de esta.
Suficientes noches de fiesta como para olvidar las que nos jodieron la vida.
Suficientes cafés como para admitir que el mundo realmente está loco. Y
suficientes fuerzas como para volver a volar, aún estando en el suelo. Por
hacer mis precipicios menos vertiginosos y matar, cuando me fallan las ganas,
mis miedos, te debo una.
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